En el budismo zen, hay un proceso importante durante la meditación, y es donde se entrena la toma de conciencia en un momento donde te entregas a los sentidos. Con cualquier sensación, la mente tiende a catalogar las cosas en tres grupos: lo que agrada, lo que no agrada, y ante lo que se es neutro, causando respectivamente tres resultados: interés, rechazo, e ignorancia. Para quienes practiquen la meditación, entenderán que muchos de los eventos que se viven dentro del proceso, son parte de la vida misma y el aprenderlos dentro de la medicación es aprenderlos a aplicar "fuera" de esta. Me atrevería entonces a tomar estas tres reacciones para asemejarlas a nuestro proceso de escucha específicamente ya que en nuestros oídos es donde yace un momento crucial, donde tenemos la oportunidad de literalmente detenernos, a escuchar de una forma atenta, profunda, tratando de digerir la información de la mejor manera.
A menudo cuando le pregunto a las personas acerca de los sonidos que escuchan, me responden muchas veces con clasificaciones más inclinadas a un lado estético o según los tres elementos mencionados en el párrafo anterior: Si generalizamos, los sonidos son percibidos y analizados como algo "molesto" (no agrada), agradable, o neutro (sonido que ignoramos). Entonces se genera esta tendencia a pensar que los sonidos son simple información que basta con recibirla de forma inconsciente, tomando conciencia de este únicamente cuando interfiere en nuestro bienestar, cuando nos molesta. Como si nos volviéramos neutros ante nuestros sentidos. Como si la misma sociedad y el sistema que nos rodea se empeñara por volvernos ajenos de sentir.
Escrito originalmente por Miguel Isaza @misazam en Marzo de 2012.
El oído mental, generando conciencia sonora por miguel isaza